Luiz Inácio Lula da Silva será nuevamente presidente de Brasil. Derrotó en la segunda vuelta al presidente, Jair Bolsonaro.
“Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada”. Pero en esta ocasión Lula no regresó “con la frente marchita”, sino con la frente en alto para despachar desde el Palacio de Planalto.
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Regresó para reencauzar el proyecto que comenzó hace dos décadas y que la derecha brasileña se empeñó en desbarrancar desde hace seis años cuando llegaron al poder, primero por un golpe de Estado legislativo y luego por medio de las urnas.
El margen del triunfo fue muy estrecho, lo necesario para ganar, es decir: tener más votos que el adversario.
Lula alcanzó 50.90 por ciento de la votación, lo que representa 60 millones 345 mil 825 sufragios, mientras Bolsonaro, llegó al 49.10 por ciento, materializado en 58 millones 206 mil 322 votos. Frente a estas cifras, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) reconoció la victoria de Lula.
Como bien mencionó el candidato del Partido del Trabajo, “sus adversarios lo intentaron enterrar vivo” y salió para dar la pelea y vencer. Aunque en 2018 no pudo participar en las elecciones, en esta ocasión no solo apareció en las boletas, sino que triunfó.
Sin embargo, las condiciones en las que tomará las riendas del país no son las mismas que encontró cuando ganó la presidencia por primera vez hace dos décadas.
Hoy, la sociedad brasileña se encuentra muy polarizada, el crecimiento económico se desacelera, las condiciones del empleo nos son las mejores y la inflación continúa aumentando.
Además, Lula no dispondrá de una mayoría en el poder Legislativo y diversas gubernaturas quedarán en manos bolsonaristas, lo cual complicará sobremanera el accionar de su gobierno y dificultará sacar adelante las reformas legislativas necesarias para poner en marcha su proyecto de nación y cumplir las promesas de campaña.
No obstante, el triunfo de Lula no deja de llamar la atención el alto nivel de votación obtenido por Bolsonaro a pesar de sus discursos incendiarios, su afán de dinamitar las instituciones creadas en Brasil después de la dictadura y que han permitido al país sudamericano transitar hacia una democracia, su errática política de salud para hacer frente a la pandemia de covid-19 y la desenfrenada deforestación de la selva amazónica.
Dos días después de la elección, seguimos esperando el reconocimiento oficial de su derrota por parte de Jair Bolsonaro. Lo más que se ha expresado desde el Palacio de Planalto lo ha dicho el jefe de gabinete, Ciro Nogueira, quien solo ha mencionado que se iniciará el proceso de transición al gobierno de Lula.
Sea como sea, Brasil tendrá un nuevo presidente a partir de enero de 2023, y ese será, Luiz Inácio Lula da Silva.
Profesor Tec de Monterrey
@contodoytriques