“De La Calle” del teatro a la pantalla, esta película, es una fascinante historia de horror, tiene la doble peculiaridad de haber incorporado a auténticos niños de la calle a su nómina de actores y de estar despojada de fáciles elementos melodramáticos.
El director Gerardo Tort no lleva a conocer a Rufino, que es un joven de 15 años, un muchacho de escasos recursos que trabaja como cargador en un mercado, recibiendo apenas lo necesario para sobrevivir. Sus relaciones callejeras lo han llevado a hacer trabajos a escondidas para un corrupto policía judicial, “El Ochoa”, quien controla la distribución de droga del barrio donde vive. Pero Rufino tiene un sueño: alejarse de la crudeza de la ciudad, para irse a vivir al puerto de Veracruz, conocer el mar y conseguir trabajo en los muelles.
Esta propuesta se la externa a Xóchitl, una chica con la que tiene un hijo, convenciéndola del posible futuro que ese cambio representaría para ambos. Sabiendo que necesita dinero para iniciar el viaje, Rufino roba parte de las ganancias de El Ochoa.
Pero el viaje deberá posponerse momentáneamente, pues al mismo tiempo, Rufino descubre la existencia de su padre, a quien creía muerto. Esto obliga al joven a buscarlo, pero provocará también ser perseguido por El Ochoa, lo que no solo lo pone en peligro, sino también amenaza la vida de Xóchitl y su hijo.