Miles de personas migrantes procedentes de Asia, África y Europa oriental continúan llegando a Alemania en busca de un lugar para vivir.
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En sus comunidades no encuentran las condiciones dignas para no experimentar la obligatoriedad migratoria y salir huyendo de ellas, al tiempo que Alemania y muchas naciones de la Unión Europea deciden cerrar sus puertas y levantar muros administrativos y policiacos para impedir que los exiliados económicos, bélicos y climáticos se instalen en sus territorios.
En los próximos seis meses Alemania blindará sus cerca de 4 mil kilómetros de fronteras terrestres con nueve países instalando controles policiales fijos o móviles para detener a los migrantes “sin papeles”.
La nación germana recibe anualmente un número de solicitudes de asilo equivalentes al total de Francia e
Italia juntas. Según ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados, durante el verano de 2015, alrededor de 890 mil personas que procedían de países como Siria, Irak o Afganistán llegaron a la primera economía europea (La Opinión, 26 de septiembre de 2024).
Frente a la llegada de miles de migrantes, la reacción de la sociedad se manifestó con el crecimiento del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania y la creación de un nuevo partido de extrema izquierda, que recibieron el espaldarazo de la comunidad que avaló su rechazo a la llegada de nuevos
migrantes.
Sin importar los controles fronterizos alemanes y de naciones como Austria, Polonia, República Checa, Suiza, Francia, Luxemburgo, Bélgica, los Países Bajos y Dinamarca, en los primeros seis meses de 2024 aumentaron los cruces fronterizos irregulares desde Europa del Este en un 148 por ciento hasta superar
los 6 mil 700, la mayoría de las personas detectadas en esta ruta fueron ciudadanos ucranianos que huyen de la invasión rusa a su país, según Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas.
Desde luego, la decisión alemana tendrá un impacto no solo con los migrantes, sino en la economía de la Unión Europea. Según, la Fundación Bertelsmann la reintroducción de controles fronterizos internos costará a Europa en los próximos años unos 470 mil millones de euros en pérdidas por una
reducción del crecimiento económico generado por la reducción de la mano de obra migrante barata y calificada que dejaría de laborar en el viejo continente.
Todo ello, sin contar las afectaciones en el espacio Schengen que permite la circulación de ciudadanos sin pasaportes y mercancías desde 1985. De acuerdo con las normas del acuerdo de Schengen, los países pueden establecer controles fronterizos temporales en circunstancias excepcionales, pero solo por seis meses para luego pasar a retirarlos.
Así las cosas, en Alemania un país al que diariamente intentan ingresar cientos de migrantes que huyen de las desgracias vividas en sus comunidades. En tanto las personas no tengan el derecho a no migrar, se impone otorgarles el derecho de hacerlo humanizando su periplo en busca de un lugar para vivir.
Profesor del Tec de Monterrey
@contodoytriques