Urge que los movimientos animalistas se curen de lo que Lenin llamó “la enfermedad infantil del izquierdismo” para que deje de vencer el verdugo.
En la lucha contra la violencia, explotación, crueldad u opresión ejercidas sobre los animales no humanos es importante saber distinguir a los enemigos reales.
Contenido relacionado:
Alianza: Imperialismo e industria ganadera
El capitalismo ha convertido a los animales en meros instrumentos, máquinas o mercancías a través del poder que emana de la concentración productiva que conduce a los monopolios, cárteles, consorcios o trust.
Este poder, dota de contenido a sus ideologías mediante instrumentos propagandísticos, técnicos, científicos y jurídicos, elementos claves para mantener la dominación barbárica contra los animales no humanos.
Te recomendamos:
Los animales a la Constitución
Es sabido que existe desde hace tiempo la producción a gran escala cuya base la había señalado Lenin, cuando apuntaba que los monopolios son un puñado de empresas que “conciertan entre ellos las condiciones de venta, los plazos de pago, etc. Se reparten los mercados de venta. Fijan la cantidad de
productos que deben fabricar. Establecen los precios. Distribuyen las ganancias entre las
distintas empresas” (Lenin, 1977, p.20).
Este proceso que tiene lugar tanto a nivel nacional como internacional, no ha terminado y ha ampliado sus conexiones. Es el caso de la industria cárnica que mantiene nexos con la agro-industria, farmacéuticas,
comercializadoras de materias primas agrícolas, del transporte, procesadoras de alimentos, de comestibles al por menor, entre otras.
Incluso la industria cárnica hace uso del blanqueo de capitales (Lozada, 2018; Aristegui Noticias, 2024 ) y se vincula con el crimen organizado (del Castillo, 2022). Esta industria monopólica tiene su lobby ganadero el cual se infiltra en las instituciones jurídicas censurando los mínimos avances legislativos en
materia de bienestar animal.
Ante este inmenso poder de las industrias cárnicas, quienes están en la lucha a favor de los animales debemos saber analizar la situación y las circunstancias concretas de cada compromiso para alcanzar el objetivo de esta lucha: la emancipación de los animales.
Para ello hay que aprender cuales han sido los factores decisivos de las derrotas de otras luchas revolucionarias. Una de las lecciones estriba en saber ganar terreno dentro del Congreso de la Unión donde sin duda, como bien lo comprendió Lenin, habrá que saber cuándo retroceder y aprender a actuar legalmente en los parlamentos más reaccionarios (Lenin, 2021, p. 18).
En otras palabras, hay que saber utilizar de manera efectiva las posibilidades legales reales, aunque estas, momentáneamente, no concuerdan totalmente con nuestro objetivo, pues de otra forma desamparamos completamente a los animales y caeremos en el infantilismo del “prestigio revolucionario” que apresuradamente asume una tendencia ahistórica, idealista, romántica y puritana de la acción política.
Hay que entender que esta es una lucha prolongada que exige serenidad y disciplina, comprender que, en este momento, lo único que podemos arrebatarle con grandes dificultades, a este capitalismo barbárico en el marco legislativo es un poco de bienestar para los animales.
Obviamente existe la posibilidad de que se infiltren, como en tiempos de Lenin, oportunistas reformistas que limiten la lucha a objetivos bienestaristas sin plantearse el objetivo final que es la liberación de los animales, por lo que es importante saber distinguirlos de aquellas personas que no sólo concentran sus fuerzas dentro del Congreso de la Unión, sino además trabajan en aras de lograr la emancipación de los
animales a través de promover, informar y educar en distintos sectores e instituciones la alimentación basada en plantas.
Es obvio que el compromiso de estas personas al buscar leyes de bienestar animal dentro del Congreso de la Unión no está basado en la traición, ni en un oportunismo funesto para la lucha revolucionaria a favor de los animales no humanos, sino en una táctica política cuya finalidad es ir ganando terreno dentro de la lucha total por la emancipación de los animales no humanos.
Una lección que urge aprender de aquellas luchas revolucionarias que fracasaron, es, sin duda, dejar de creer ingenuamente que el sistema jurídico actual está diseñado para los fines revolucionarios de la
emancipación animal.
Por ello es urgente saber convencer a quienes pueden generar un bienestar animal en el ámbito jurídico, saber trabajar entre ellos y no aislarse mediante fantásticas consignas puritanas que solo fortalecen el total control de la industria ganadera debido a la división y el desacuerdo entre las organizaciones que están a favor de los animales.
En pocas palabras, en los movimientos animalistas, urge curarnos de lo que Lenin (2021) llamó “la enfermedad infantil del izquierdismo” para que deje de vencer el verdugo.
Bibliografía:
Aristegui Noticias, (2024) “Expertos alertan en la ONU sobre el impacto de la ganadería ilegal en
Latinoamerica” consutado en: https://aristeguinoticias.com/1710/mundo/expertos-alertan-en-la-onu-
sobre-el-impacto-de-la-ganaderia-ilegal-en-latinoamerica/
Del Castillo Agustín, (2022) “El cartel captura las rentas de gando de exportación en el norte de Jalisco”, El economista. Consultado en: https://www.eleconomista.com.mx/politica/El-cartel-
captura-las-rentas-de-ganado-de-exportacion-del-norte-de-Jalisco-20221201-0032.html
Lenin, (1977) El imperialismo fase superior del capitalismo, Moscú: Progreso
Lenin, (2021) La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, España: Akal.
Lozada Jessica, (2018) “Desarticulada una organiación de narcotráfico y blanqueo de capitales a través de explotaciones ganaderas”, Controversia, consultado en:
https://www.conversia.org/lpbc/narcotrafico-blanqueo-de-capitales-ganaderia/
El sistema capitalista y explotador que disfrazan todo, urge concientizar y visibilizar toda la barbarie que existe detrás de los muros.
Es todas y todos esta la decision de dejar de financiar la explotación de los animales no humanos.
Muy bueno, dentro del tema del infantilismo de izquierda, creo que podría caber el animal como parte de la lucha de clases, o ya en un sentido radical, emancipar el obrero animal no-humano como parte de una transformación social, por lo menos contemplarlo como parte de la clase trabajadora.
Esta es una muy buena nota que sugiere acercarse a otros problemas. Uno de estos lo encontramos en el fragmentoen el que “Incluso la industria cárnica hace uso del blanqueo de capitales (Lozada, 2018; Aristegui Noticias, 2024 ) y se vincula con el crimen organizado (del Castillo, 2022)”. Ojalá pueda retomarlo y extenderlo. Si es que no resulta peligroso…
¿Cuál es esa fuerza invisible que orilla al ser humano a creer que, perpetuando la violencia y el sufrimiento en los mataderos, esta sociedad que los justifica puede mantenerse moralmente intacta? ¿No es deber de la humanidad y de las leyes que hace para su propia seguridad tender siempre hacia la compasión?
He aquí algunas preguntas que inevitablemente se generan al abordar “la lucha contra la violencia, explotación, crueldad u opresión ejercidas sobre los animales no humanos”. Sin embargo, estas preguntas conducen a límites que superan – a menudo- nuestras propias capacidades de respuesta. En este sentido, este artículo logra iluminar cómo se entrelazan diversos grupos, desde corporaciones multinacionales hasta la delincuencia organizada, para perpetuar un sistema que no solo explota a los animales no humanos, sino que también censura “los mínimos avances legislativos en materia de bienestar animal”.
Hoy en día, mucho se enorgullecen los legisladores y las personas de la legalidad de las técnicas de sacrificio contemporáneas, pero ¿realmente cambia algo el sufrimiento de los animales porque el proceso esté cubierto de formalismos legales? No, nada. La legalidad se caracteriza por esa “nada”. Estas normativas no persiguen, como bien detalla el artículo, la” emancipación animal”; son una farsa, simples máscaras que ocultan la verdadera naturaleza de la indiferencia humana: un intento burdo de dignificar lo indigno mismo de la industria. Se habla de muertes dignas por su legalización. ¿Pero es lo máximo que podemos hablar en legalidad respecto a los “animales no humanos”? ¿El derecho a una muerte digna?
Parece ser que el derecho actual, debido a las condiciones fácticas ya explicadas en el texto, impone más obstáculos que soluciones, pero es aquí donde la autora logra abrir el cerco del problema y dar una respuesta, y me atrevería a decir, la respuesta clave: “hay que saber utilizar de manera efectiva las posibilidades legales reales, aunque estas, momentáneamente, no concuerden totalmente con nuestro objetivo”.
Pues si bien, hay que saber “curarse de la enfermedad del izquierdismo”, también es deber de los que buscan generar cambios jurídicos en defensa de los animales entender que “Es el espíritu y no la forma de la ley lo que mantiene viva la justicia” (Earl Warren).