El miércoles en la madrugada el Senado avaló la reelección de Rosario Piedra Ibarra al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), luego de 13 horas de “debate” y zafarrancho en la tribuna y fuera de ella.
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Descalificaciones, gritos, empujones, insultos fueron el ingrediente principal del “debate” parlamentario para decidir quién se hará cargo de la Comisión hasta el año 2029. Al final, Morena y sus aliados votaron en bloque y se consumó, frente a la molestia de la oposición y de diversas organizaciones defensoras de derechos humanos, lo que estaba más cantado que el himno nacional.
Los 87 votos de Morena y sus aliados aplastaron a los 36 votos de la oposición. De manera inmediata, Rosario Piedra Ibarra rindió protesta.
No obstante, la mayoría calificada que tienen Morena y sus aliados en ambas cámaras debe imponerse la prudencia y el debate de altura, lejos de ordenamientos cupulares y presidenciales para sacar adelante las reformas que consideran necesarias para el país, así como los nombramientos o ratificaciones para encabezar diversos organismos como la CNDH.
El solo hecho de tener una mayoría aplastante y no tomar en cuenta los decires de la oposición ni de algunos sectores de la población puede conducir a Morena y al gobierno de Claudia Sheinbaum a un callejón sin salida.
El peligro de actuar sin la escucha necesaria para voces diferentes a Morena puede confundir la votación mayoritaria obtenida en las urnas con un cheque en blanco, y suponer que el bono democrático no sufrirá el inevitable desgaste que genera el gobernar.
El trabajo de Rosario Piedra Ibarra al frente de la CNDH no solo ha dejado mucho que desear, sino que se ha mostrado consistentemente alineada a los designios del gobierno federal y eso no ayuda en nada al buen desempeño que esperamos de la Comisión. Todo ello, sin olvidar errores jurídicos cometidos en
algunos de los casos que llegaron para ser atendidos por la CNDH.
La gran mayoría que obtuvieron Morena y sus aliados en las urnas es lo que debe hacerlos reflexionar en lo innecesario de estirar la liga más allá de lo conveniente. Tener la mayoría en el Congreso, en los Congresos locales y las gubernaturas no es razón suficiente para aprobar todo lo que se quiera sin un
mínimo de decoro y respeto por el debate público de las ideas. Esas prácticas de los gobiernos priistas y panistas fueron, a no dudar, las que alejaron a esos institutos políticos del apoyo ciudadano.
No es fácil, pero es simple: Morena debe echarle un vistazo a la historia para no cometer los mismos errores.
Profesor del Tec de Monterrey
@contodoytriques