Una de las promesas de la 4T ha sido erradicar la corrupción, acabar con ese lastre que pesa tanto y que nos cuesta mucho más.
Se ha querido demostrar que haciendo las cosas diferentes obtenemos resultados distintos, sin embargo, o no las han hecho tan diferentes o los resultados apenas son perceptibles tras poco más de seis años en el poder.
Desde luego, el aumento de la percepción ciudadana sobre la corrupción no únicamente es resultado de las acciones de gobierno, sino también de lo hecho por la sociedad civil.
Es decir, en la construcción y puesta en marcha de la corrupción participamos todos los sectores de la comunidad en mayor o menor medida.
Esta semana Transparencia Internacional y Transparencia Mexicana dieron a conocer el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) a nivel global. En el documento se observa que México descendió al puesto 140 luego de haber estado en el lugar 126 de un universo de 180 países evaluados.
México obtuvo apenas una calificación de 26 puntos de 100 posibles, retrocediendo dos lugares entre 2018 y 2024 y obteniendo la peor puntuación desde que se elabora la medición (Corruption Perceptiones Index, 2024).
Entre las 38 naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), nuestro país se ubicó en el último lugar del grupo.
En el G20, México se colocó en la penúltima posición, solo por encima de Rusia que obtuvo 22 puntos. En América Latina, salimos mejor evaluados que Guatemala (25/100), Paraguay (24/100), Honduras (22/100), Haití (16/100), Nicaragua (14/100) y Venezuela (10/100) y quedamos debajo de Brasil (34/100) y Chile (63/100).
Reflexiones
Ante estos resultados se impone hacer algunas reflexiones sobre el actuar de la sociedad civil y la sociedad política, ambas responsables de los altos niveles de corrupción en México.
1.- Seguimos instalados en materializar la vieja práctica novohispana que dictaba: “se acata, pero no se cumple”, lo cual genera que cotidianamente ignoremos los marcos legales para una mejor convivencia.
2.- Continuamos asumiendo que los costos de cumplir la ley son mayores al precio de no cumplirla. Vemos mucho más beneficio en ignorar las leyes que en acatarlas.
3.- Nuestras leyes dejan claro lo que se permite y lo que no, pero en la práctica no aclaran a quiénes se le permite y a quienes no respetar el marco legal.
4.- Seguimos construyendo un andamiaje apuntalado en la trampa donde la mayoría de la sociedad se cubre con la misma cobija y obtiene beneficios al darle la vuelta a las normas.
5.- En tanto no entendamos que la corrupción es el abuso de poder para favorecer a pocos a costa de muchos, seguiremos pensando que ignorar las leyes producirá tierra fértil para construir una mejor sociedad.
6.- Seguimos instalados en la lógica de glorificar un acto de corrupción, antes que castigarlo.
Quizá, muchas personas no actúan en consecuencia a las afirmaciones anteriores, sin embargo, dado los resultados que tenemos en la percepción de la corrupción, estoy cierto que la mayoría de la sociedad civil y política continúan practicándola.
Profesor del Tec de Monterrey
@contodoytriques