Así como adoptamos el castellano, nos fue heredada la tradición católica, la ganadería bovina y porcina, los procesos de destilación, los caballos que nos dotaron de la charrería, el deporte considerado Patrimonio Cultural de México, así también nos entregaron la tradición cultural de la fiesta brava, la tauromaquia.
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Este 24 de junio, en la festividad de San Juan, se festeja el 499 aniversario de la primera corrida de toros celebrada en la Nueva España, por orden del conquistador Hernán Cortés en 1526, en la zona de lo que hoy conocemos como el Zócalo de la Ciudad de México. Cortés se erigió también como el primer ganadero de toros bravos en el continente americano.

En la actualidad son solo cinco los estados que prohíben la tauromaquia, la mayoría de ellos carecen de la tradición taurina, pero hay otras entidades que no las podríamos imaginar sin la fiesta; Tlaxcala cuya pequeña entidad concentra la mayoría de las ganaderías de bos taurus, Aguascalientes la que más pretende consolidarse como “capital taurina de México”, por la crisis que enfrenta la Plaza México, con la creación de las denominadas “corridas incruentas” por el Poder Legislativo de la Ciudad de México.

La Plaza El Nuevo Progreso de Guadalajara también es considerada como la más purista, donde se presentan los toros con mayor trapío del país. Otra que también es muy seria es el coso de Mérida, Yucatán, es precisamente en la península yucateca donde se realizan más de dos mil 500 corridas anualmente, incluso en Quintana Roo, cuya prohibición desde hace seis años no ha impedido que en los pueblos mayas se realicen los espectáculos taurinos.
La historia es basta y es fuente de inspiración no solo de otras formas de arte, pero son muchos los personajes que se consolidaron en la más bella de todas las fiestas; Agustín Lara inmortalizó al “Faraón de Texcoco” Silverio Pérez, Luis Castro “El Soldado”, Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Rodolfo Rodríguez “El Pana”, dinastías como la de los “Armillita”, Silveti, Capetillo, Sánchez, solo por mencionar a algunos.

En la actualidad México continúa siendo cuna de figuras como los hermanos Adame, Diego San Román, Sergio Flores, Diego Silveti, Isaac Fonseca, entre otros.
Los abolicionistas de la actualidad se quieren erigir como los primeros héroes de la raza de toros bravos, pero los bureles no necesitan defensa, se defienden solos a través de su bravura y encaste, lo que ha permitido que se preserven por siglos. No es la primera vez que se registra crisis de prohibición de la fiesta brava; en su momento los expresidentes oaxaqueños Benito Juárez y Porfirio Díaz y pese a ellos se llevaron a cabo corridas en la clandestinidad.
La fiesta está viva y seguirá viva. ¡Viva la libertad! ¡Viva la fiesta brava!
*Columna invitada: Más viva que nunca. Autor: Salvador de la Torre Cuevas, periodista y analista