Donald Trump llevaba más de diez años haciendo campaña contra las “guerras estúpidas” en Oriente Medio, insistiendo que no veía ningún beneficio para la Unión Americana el tener metidas sus narices en varias regiones del mundo. Sin embargo, más tardó en regresar a la Casa Blanca que en ordenar un bombardeo a Irán con lo que se enredó en un conflicto de los que él mismo había catalogado como “ajenos a Estados Unidos” y que urgía que la Casa Blanca ya no asumiera como propios.
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De igual manera que sus antecesores partícipes constantes en conflictos bélicos, se apuró en voz de su vicepresidente J. D. Vance en mostrar a la comunidad internacional su “Doctrina Trump” de paz cimentada en la guerra.
Primero es necesario usar las armas para luego establecer la paz, afirmó el inquilino de la Casa Blanca en días pasados. Siguiendo la misma lógica, el vicepresidente Vance afirmó que la diplomacia de las barras y las estrellas “articulará un claro interés estadunidense con una diplomacia agresiva respaldada por un poder militar abrumador, para luego tocar retirada de los lugares donde se inmiscuyan para evitar un conflicto prolongado.
Otra cara del belicismo trumpista que en la campaña electoral prometió la paz, fue presionar a los 32 países miembros de la OTAN para que destinen hasta 5 por ciento de su PIB al gasto militar y aligeren parte de la carga de defensa de Europa que recae en Estados Unidos.
No obstante haber conseguido que los países de la OTAN incrementen su gasto de defensa, Donald Trump propuso al Congreso de Estados Unidos un presupuesto militar de un billón de dólares que mantiene a la Unión Americana como la nación que más gasta en defensa y cuyo presupuesto es mayor al de los siguientes nueve países juntos y más del triple que su mayor rival, China, que destinó 314 mil millones de dólares a gastos militares en 2024.
A no dudar, los 40 mil soldados estadunidenses estacionados en Medio Oriente sumados a las estrechas alianzas de seguridad con algunos estados regionales como Israel, Catar y Kuwait hacen que Estados Unidos herede los problemas de Oriente Medio como propios.
Seguramente el resto de la presidencia de Trump, el republicano oscilará entre la diplomacia y la agresión, siendo, probablemente, el uso de las armas la decisión que tome frente a cualquier conflicto en Medio Oriente, América Latina o Europa.
Al final, la guerra es un gran negocio que Donald Trump no querrá perder.
Profesor del Tecnológico de Monterrey
@contodoytriques