El Papa Juan Pablo II, el pontífice que más veces visitó el país en América Latina. Sus cinco giras (1979, 1990, 1993, 1999 y 2002) dejaron una huella imborrable, especialmente la de 1999, que se caracterizó por una peculiar campaña publicitaria.
En ese año, el arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera, hizo un llamado a “grandes empresas” para colaborar en este “magno evento”. ¿Quién respondió a la convocatoria? Nada menos que una marca de papas fritas.

La controversial campaña de Sabritas
Sabritas, la popular compañía de botanas, lanzó una ambiciosa campaña publicitaria para promover la visita del Papa. La marca introdujo una promoción especial en la que las bolsas de papas fritas incluían estampas coleccionables con la imagen de la Virgen de Guadalupe y de Juan Pablo II.

Además, se regalaban pequeños altares de papel para que los consumidores las coleccionaran.
El anuncio de la campaña invitaba a encontrar “mensajes de su santidad y diversas imágenes en el interior de los productos con cinta” para conservarlas como un “grato recuerdo”.
La marca también aclaró que las ganancias de estos productos serían donadas a una fundación llamada “Ayuda al Peregrino”, que ya no existe con ese nombre.

Empresas y controversia
La campaña de Sabritas fue parte de una colaboración más amplia en la que 25 empresas participaron como “colaboradoras”. El entonces director del Consejo Mexicano de la Publicidad, Alfredo Santos, aclaró en una entrevista que la Iglesia católica se encargaría de manejar la imagen del pontífice.
Según el artículo, cada una de estas empresas pagó 200,000 dólares por cada acto del Papa en el que “participaron”. Este hecho subraya la comercialización de la visita papal, un fenómeno que generó tanto expectación como controversia.