La catalepsia es un trastorno médico que roza lo escalofriante, generando un terror ancestral: el de ser declarado muerto y, peor aún, enterrado estando aún con vida. Para el ojo inexperto, y en ocasiones incluso para el médico sin los medios adecuados, quienes la padecen presentan signos que simulan el estado de un cadáver.
Síntomas que Engañan a la Muerte
Los pacientes en un episodio cataléptico sufren una suspensión momentánea de las funciones vitales, caracterizada por:

Rigidez extrema: Las extremidades y el cuerpo se vuelven rígidos, manteniendo posturas forzadas.
Palidez cadavérica: El tono de la piel se torna pálido o cianótico.
Funciones vitales casi nulas: El pulso y la respiración son tan débiles que resultan casi imperceptibles a la auscultación.
Ausencia de respuesta: No reaccionan a estímulos externos.
En sus casos más extremos, este estado puede prolongarse por días, aumentando exponencialmente el riesgo de un diagnóstico erróneo.
El Miedo a la Tafofobia Confirmado en Exhumaciones
El miedo a ser enterrado vivo, conocido como tafofobia, tiene raíces históricas y, sorprendentemente, evidencias que lo sustentan. Las historias sobre personas enterradas vivas no son meras leyendas urbanas.
En numerosos cementerios alrededor del mundo, las exhumaciones han revelado macabros indicios de que algunos individuos pudieron haber despertado dentro de sus ataúdes:

Cuerpos hallados en posiciones anómalas, como boca abajo.
Tapas de féretros con rasguños internos desesperados.
Ataúdes con daños o roturas causadas desde el interior.
Estos hallazgos sugieren que el fenómeno es más común de lo que la sociedad quisiera admitir.
La Necesidad del Protocolo Médico Riguroso
Ante este riesgo, la práctica médica moderna ha implementado medidas para asegurar la muerte cerebral y biológica. Hoy en día, en la mayoría de los países, el uso de herramientas como el electroencefalograma (EEG) es fundamental para constatar la ausencia de actividad cerebral antes de certificar el fallecimiento y proceder al entierro.

Sin embargo, el texto señala una realidad preocupante: no en todas las regiones o circunstancias se emplean protocolos tan rigurosos, dejando abierta una puerta al horror que representa el diagnóstico precipitado de la catalepsia.
