En los últimos años, ha aumentado el número de migrantes en Estados Unidos con títulos universitarios que no logran acceder a empleos acordes a su nivel de formación, este es un fenómeno conocido como “desperdicio de cerebros”.
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El desperdicio de cerebros o “brain waste” en inglés, hace referencia a la situación en donde las personas con una alta cualificación profesional, como médicos o ingenieros, no pueden aprovechar plenamente sus capacidades y formación en el mercado laboral, teniendo como resultado que estas personas ocupen trabajos que no requieren su nivel de formación.
Según un informe del Instituto de Política Migratoria (MPI por sus siglas en inglés) del 2016, el estado de Washington acogió a 179 mil inmigrantes altamente cualificados con al menos una licenciatura durante el primer periodo de Obama en la presidencia (2009 – 2013).
De este grupo, el 23% (41 mil personas) trabajaba en empleos poco cualificados o estaba desempleado, lo que contrasta con la tasa del 25% de desperdicio de cerebros entre los migrantes con estudios universitarios de todo el país.
El desperdicio de cerebros es especialmente común en personas que obtuvieron sus titulos universitarios fuera de Estados Unidos. Esto se debe a la falta de reconocimiento de credenciales extranjeras, ya que muchas empresas no reconocen o desconfían de los títulos obtenidos en otros países, principalmente
porque no están familiarizadas con los estándares educativos fuera del país o porque consideran que esos títulos no cumplen con los requisitos locales.
Otra de las razones es debido a los requisitos de certificación de estudios. En sectores como la medicina, la ingeniería o derecho, los migrantes necesitan cumplir con regulaciones estrictas para ejercer su profesión, lo que incluye aprobar exámenes adicionales o completar certificaciones que llegan a ser procesos largos y costosos.
Esto dificulta a que los migrantes puedan acceder rápidamente a empleos acordes a su cualificación profesional. De igual manera, el estatus legal de los migrantes en Estados Unidos es un factor crucial que afecta su capacidad para acceder a empleos acordes con sus habilidades y cualificaciones profesionales.
Pero incluso si se obtiene un título universitario dentro de Estados Unidos, las comunidades hispanas y afroamericanas siguen enfrentando mayores dificultades para encontrar empleos acordes a su nivel de formación académica en comparación con las personas blancas.
El MPI reportó que el 33 por ciento de los hispanos y afroamericanos se encontraban desempleados o no laboraban en sus áreas de estudio a pesar de contar con títulos universitarios. En cambio, entre las personas asiáticas y blancas se registraron bajas tasas de subempleo o desempleo.
El gobierno se ha empezado a interesar cada vez más en el desperdicio de cerebros, ya que el subempleo de los migrantes también representa una pérdida económica para el país.
El MPI calculó el valor de los ingresos no percibidos asociados al empleo poco cualificado de los migrantes altamente cualificados, así como los impuestos estatales y locales que generarían dichos ingresos, y se obtuvo que si los migrantes hubieran tenido un empleo de correspondientes a sus estudios,
y hubieran recibido la remuneración adecuado a su trabajo, sus hogares habrían pagado 74,9 millones de dólares más en impuestos estatales y locales.
Abordar el desperdicio de cerebros no solo es una cuestión de justicia e inclusión para los migrantes altamente calificados, sino también una oportunidad para fortalecer la economía y el tejido social de Estados Unidos.
Implementar políticas que fomenten la homologación de títulos extranjeros, facilitar el acceso a procesos
de certificación y eliminar las barreras legales permitiría aprovechar plenamente el talento de estos profesionales.