vie. Jun 20th, 2025
explotacion animal sociología
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Cuando se recurre a la categoría de explotación para denunciar una contradicción socio-histórica es porque resulta evidente la relación entre poder y dominio. La relación social de explotación entre humanos, para un pensamiento crítico resulta inaceptable. Pero, cuando esta categoría se aplica a la relación social entre humanos y no humanos, emerge de manera indiscutible la ideología humanocéntrica.

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Sin embargo, es evidente que en ambas relaciones se reducen a humanos y no humanos a cosas, objetos, bienes o mercancías. Con las premisas y el análisis realizado por Pablo González Casanova, en su obra “Sociología de la explotación” con el que sostiene que “la desigualdad, el poder y el desarrollo son parte de la unidad que forma la relación de explotación” (1969: 30), se puede vislumbrar la explotación humano-animal, en especial en las naves industriales ganaderas de cría intensiva. 

Si, por una parte, la desigualdad se explica por la relación entre los propietarios y no propietarios (González Casanova, 1969: 30), esta puede hacer referencia también a los animales no humanos. ¿Por qué? Al igual que sucede con los humanos no propietarios, sus medios de existencia y su actividad se concentran en manos del capitalista (Marx, 1968: 54). Una clara muestra es el imperio cárnico.

El derecho se encargó, a través de la objetivación -esto es de categorizar a los animales como cosas en los códigos civiles- de impedir comprender que los animales son propietarios de sus vidas, mundos y lugares. Arrebatarles su propiedad interna y externa es explotación y no un fenómeno natural.

Por otra parte, es claro que en la explotación animal el poder humano se vanagloria y se respalda en un supuesto desarrollo. La presente y recurrente relación de explotación humano-animal, la apropiación de sus cuerpos y vidas son expresiones de una barbarie en la que no se quiere pensar.

Así como el descubrimiento marxista de la relación social de la explotación humana, causa incomodidad al capitalista (González Casanova, 1969: 31) y busca la manera de encubrir dicha relación, también la relación social de la explotación animal, cuando es comprendida por las personas, se busca ocultarla con discursos ideológicos y falacias.

Esta reacción de rechazo genera una jerga jurídica y política con la que enormes y complejos poderes institucionales pretenden invisibilizar la explotación humano-animal.

Por ello, la investigación de la explotación animal se enfrenta a dos obstáculos. Primero, a los intereses sociales creados e impuestos por la ambición de poder y riqueza de una clase poderosa. El interés social de comer los cuerpos o derivados de otros animales está basado en una libertad vulgar que pone por encima la glotonería humana al sufrimiento animal, por cierto, evitable. En esta vida humana, falsa, es imposible hablar de justicia para los animales.

Segundo, al igual que la explotación entre humanos, “los datos necesarios para el análisis de la explotación no están publicados, o están restringidos en forma incompleta, o agrupados y agregados a modo que desaparezca el valor científico de los mismos” (González Casanova, 1969:31).

Por eso quizás nunca sabremos cuántos animales son explotados y asesinados para el comercio internacional, nacional, local o particular. La propiedad privada permite todos. En un mundo cerrado e invariado es difícil “comprender los distintos mundos, universos y subconjuntos de la explotación” (González Casanova, 1969:33) capitalista y humanocéntrica.

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No hay que olvidar que la relación de explotación es una entidad constitutiva que explica la historia y se explica con la historia del humano (González Casanova, 1969:34). La historia humana sin la explotación animal sería otra. Una tarea necesaria de la sociología de la explotación es denunciar también el universo de la explotación animal,  esta denuncia es una variante de la praxis revolucionaria. 

Bibliografía

González Casanova Pablo, (1969) Sociología de la explotación, México: siglo XXI.

Marx Karl (1968) Manuscritos, Madrid: Alianza. 


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Por Nely Lucano

Licenciada y Maestra en filosofía, doctora en humanidades por la UdeG, académica del CUCSH, directora del proyecto "Animales y Praxis" y Encargada de Enlace Académico de la ONG Igualdad Animal México.

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