En los últimos años, el fentanilo se ha convertido en uno de los principales puntos de tensión entre Estados Unidos y México. Las muertes causadas por este opioide han aumentado exponencialmente, en especial en los estados fronterizos.
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De acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, entre 2019 y 2021, las muertes causadas por fentanilo aumentaron un 94%, estimándose que 196 estadounidenses mueren cada día por el consumo de este opioide sintético.
Algunos líderes, políticos, medios de comunicación y sectores de la población culpan a México por esta crisis, proponiendo como principal solución imponer mayores medidas de seguridad en la frontera. Se ha responsabilizado, en particular, a los inmigrantes en situación irregular, argumentando que ellos son quienes introducen el fentanilo a Estados Unidos para su venta en el mercado negro.
Sin embargo, datos recabados por la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) muestran que la mayoría del fentanilo que ingresa al país lo hace a través de puntos de entrada oficiales y es transportado por personas en situación migratoria regular.
En 2023, el 93% de las incautaciones de fentanilo se realizaron en puntos de cruce legales o en puestos de control vehiculares dentro del país, en lugar de en rutas de migración irregular.
De manera similar, datos del Instituto Cato revelan que solo el 0.02% de los migrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza al cruzar de manera irregular (279 de 1.8 millones) estaban en posesión de fentanilo.
Imponer nuevas restricciones y sanciones migratorias o aumentar la vigilancia de la Patrulla Fronteriza no es una solución viable ni realista para reducir las muertes causadas por el fentanilo.
Lo primero que se debe entender es que la crisis de los opioides no es un problema nuevo ni unidimensional que pueda resolverse simplemente maximizando la seguridad en la frontera sur de Estados Unidos.
Además, es fundamental reconocer que hay más de dos actores involucrados. La crisis del fentanilo en Estados Unidos es un fenómeno complejo que requiere un enfoque preciso y multidisciplinario. Es crucial desmantelar la narrativa equivocada que culpa por completo a la comunidad mexicana, ya sea la que reside en Estados Unidos, en México o en situación migratoria, de esta crisis.
Aunque la migración es un tema de debate político, no está relacionada con la actual crisis del fentanilo. El aumento de los flujos migratorios debe entenderse como un problema multidimensional que requiere
soluciones específicas.
Para enfrentar la crisis del fentanilo de manera efectiva, es necesario un enfoque integral que reconozca la complejidad de los factores en juego y promueva la corresponsabilidad entre los actores involucrados.
Este enfoque debe abordar tanto las causas subyacentes como las consecuencias inmediatas. Es esencial colaborar con las comunidades afectadas, líderes políticos y expertos en salud pública, y asegurar la
correcta aplicación de la ley para desarrollar estrategias efectivas y sostenibles que protejan la salud y el bienestar de todos los ciudadanos. Esta crisis no solo afecta la estabilidad política y social de México y Estados Unidos.
Una solución duradera y efectiva requiere la intervención coordinada de todos los actores internacionales involucrados, con el objetivo de garantizar el bienestar público.