Como cada fin de año, los cánticos de “amor y de paz” se escucharán de manera frecuente en distintos espacios sean estos públicos o privados.
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Fiestas Navideñas: masacre y sufrimiento animal
Los medios de comunicación imponen, a través de su propaganda masiva, la banalidad del horror: comer los cuerpos o derivados de otros animales, despojarlos de sus pieles y venderlos como cualquier otra mercancía.
Todo esto trascurre en fechas que suponen respeto, solidaridad y bondad.
Los ideales de la navidad -el amor y la paz- basados en la enajenación, esto es, en el extrañamiento hostil de sus significados y consecuencias prácticas, desencadenan y encubren conductas, lenguajes y valoraciones de odio y guerra hacia otros animales no humanos.
De esta forma, los conceptos de amor y paz se convierten dentro del capitalismo en instrumentos de control y predicción social, porque se ponen al servicio de un sistema egoísta e injusto.
La contradicción entre este sistema individualista y la fraternidad de la navidad queda olvidada a tal grado de suponer que es posible vivir la paz a través de la barbarie.
El horror que viven millones de animales en estas fechas para satisfacer caprichos culinarios, vestuarios o de tenencia humana, casi nunca produce una seria reflexión moral.
Se atiborran los mercados de cuerpos o pedazos de animales, de lácteos y huevos, o de otros productos de origen animal para la añorada pacífica y amorosa cena navideña.
La industria cárnica, de leche y huevo, se edifica en la explotación, sufrimiento y masacre animal, de aquí que el ejercicio de la esclavitud o la masacre nunca supone amor, pero tampoco el vivir en la miseria y el horror -como viven estos animales- supone paz.
La enajenación de la navidad comienza en la mesa y continúa en la vestimenta o los obsequios.
La industria peletera arranca las pieles a los animales para que los humanos luzcan calzados, chaquetas u otros accesorios en esta noche que supone la generosidad hacia los más desafortunados.
Despellejar o arrancar la piel o los pelos hasta dejar su piel casi en carne viva (como sucede con los conejos de angora) no tiene nada de generosidad en la noche de paz y amor, sino más bien su práctica está basada el embrutecimiento de la moda.
Por su parte, la industria de la crianza oferta a miles de animales utilizando los mismos mecanismos que se emplean para vender cualquier mercancía, y como toda mercancía pueden ser usados, desechados o eliminados.
La acción de comprar y regalar animales, enriqueciendo a otra industria cruel, no puede suponer reconciliación o unión, como sucede con el verdadero regalo, sino más bien la humillación del animal explotado y comprado.
En suma, la cumbre de la enajenación navideña consiste en adormecer o calmar la conciencia ante acciones terribles que implican ocasionar innecesariamente sufrimiento, explotación o muerte a otros individuos.
En otras palabras, propician una gradual asimilación de las aspiraciones de las clases dominantes: poder a costa de la opresión.
Los significados de la navidad pierden todo sentido de bondad y justicia, si somos indiferentes ante quienes, en estas fechas, sufren la más bárbara explotación y violencia hasta llegar al fin de sus vidas: los animales no humanos.
Excelente columna y totalmente cierta. Es hipócrita hablar de paz y amor en estas fechas cuando se celebran a costa del sufrimiento de seres inocentes.
Es un artículo que hace reflexionar de modo crudo la bondad y generosidad que encubren prácticas y significados profundamente humanos. Gracias Dra Nely, por levantar la voz, por ayudar a despertar de este letargo. Me confrontan tus letras con mis prácticas, si bien me he dirigido en ideales semejantes, veo un camino aún largo, y luego, en mis cercanos veo otras opciones. Gracias por tu pluma.