El acto de comer los cuerpos de otros animales en las actuales sociedades industriales, no es una cuestión de alimentación o salud de los humanos, sino una expresión material derivada de la producción de mercancías para el gran consumo capitalista.
Es decir, la producción a gran escala de vacas, cerdos/as, pollos o gallinas, tiene la misma finalidad que cualquier otra mercancía dentro del actual sistema de intercambio capitalista: crear valor de cambio a costa del sufrimiento y explotación.
Como toda producción crea a su consumidor, como lo demostró Karl Marx, las inclinaciones de la mayoría de la gente por engullir cuerpos de animales humanos, no es una decisión libre o derivada de una determinada cultura, sino un acto integrado al sistema que lo produce.
De ahí que los individuos al estar definidos por la lógica del actual modo de producción capitalista, asumen un singular modo de existencia basado el supuesto “inevitable” consumo de estos animales.
Se otorga a sus cuerpos una sobrevaloración absurda en comparación con los víveres compuestos por plantas.
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Ajustándonos a la raíz latina de víveres que es cïbātus y significa nutrimento necesario, el acto de comer los cuerpos de otros animales solo se podría justificar, como bien lo señaló Plutarco en el siglo I, si el “motivo fuera la absoluta necesidad, y más aún, la penuria que provoca el hambre de no contar con ningún nutrimento vegetal”, pero no se disculpa, “cuando se dispone de cosechas vegetales, de frutos dulces” porque entonces el consumo se torna una “desmesura” una “gula”.
Es importante resaltar que la producción y consumo de los cuerpos de otros animales en la época de Plutarco no tienen las mismas implicaciones morales, sociales o ambientales. Pero sin duda el acto innecesario de quitarle la vida a un animal para satisfacer una inclinación sigue siendo cuestionable.
La sobreproducción que lleva a cabo la industria ganadera a nivel planetario exige crear grandes instalaciones para la cría intensiva y el exterminio de millones de animales.
A partir de los datos de la FAOSTAT se estima que al año por cada vida humana se producen y eliminan ocho vidas de otros animales para satisfacer la inclinación y gula humana desmesurada.
Esta inclinación también contribuye con otras injusticias hacia los humanos, un ejemplo, el grano con que se alimenta a estos animales podría ser destinado para satisfacer la hambruna humana existente en el mundo.
El horror indecible actual del desenlace de esta inclinación humana desmesurada, quizás nunca lo pensó Plutarco.
Mientras tanto la mentalidad enmarcada en esta inclinación sigue empeñándose en negar las consecuencias terroríficas que enfrentan humanos y no humanos y en desestimar a la tierra como si no pudiera alimentarnos.
Sin duda, la mejor lucha contra el sistema está en dejar de explotar a todxos lxs animales
Totalmente de acuerdo, sin duda se podrian satisfacer las necesidades humanas por medio de una dieta basada en plantas e incluso la salud de la sociedad mejoraria.
La producción animal a gran escala para satisfacer el apetito de los humanos, de por sí injustificada éticamente, es absurda en el sentido en que conlleva un enorme costo al ambiente, a la salud y a la sociedad. Es simplemente insostenible, sea cual sea el ángulo del que se observe.
El negocio del dolor, del más grande dolor que provoca este sistema parásito e ignorante.
No me cabe en la cabeza como la gente no piensa en el dolor y explotación en cada bocado que toman de estos animales.