En occidente, la historia entendida como un continuo lineal y de sentido humano a todo lo existente, generó una ideología encubridora del sufrimiento de millones de animales a manos de la especie a la que metafísicamente se le denomina: El anthropos.
El sufrimiento de los animales causado por los humanos nunca ha sido nombrado como lo que es: una realidad injustificable. El mismo fue encubierto por una ilusión llamada Progreso.
Bajo la creencia de que la historia avanza en un continuo progreso teñido de felicidad. Esta idea de historia encontró en la Razón su aliada perfecta para continuar la marcha del Progreso.
A la Razón se le asoció exclusivamente con la especie humana y se la distanció de su animalidad. Así todo animal no humano quedó en la esfera de lo irracional.
De esta premisa se concluyó que todo aquello que fuese considerado irracional, debía ser gobernado, sometido y de ser necesario, eliminado.
La historia para ser reconocida se ajustó a los cometidos e ideologías de la Razón, a tal grado de ser idénticas. Todo lo que aconteciera en la historia quedaría justificado por aquella.
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Así, la historia del Progreso hizo suya la Razón de los vencedores. La derrota de los vencidos y víctimas se mostró como una clara evidencia de que ellos se encontraban fuera de lo real, diseñado por el progreso, por lo que, no debían aparecer en la historia llena de Razón.
Así, la realidad solo mostró los logros de esta última mediante las conquistas del Progreso.
En el caso de los animales no humanos, el logro de la Razón y la conquista de Progreso se traducen en sometimiento de lo irracional, dominio, domesticación y sacrificios.
Desde las venationes o cacerías en la arena romana o el uso y abuso de sus cuerpos, hasta la moderna objetivación jurídica o la aniquilación, cosificación y desprecio de la gran industria ganadera, los animales no humanos son los otros vencidos.
La historia escrita por los humanos vencedores, porque no habría que olvidar que también están los animales humanos vencidos, borra la huella del pasado de los animales. Pero la historia no se limita a los restos o huellas de carácter humano.
Los no humanos dejan también sus huellas por lo que sus rastros son parte de los diferentes mundos que habitan y los paisajes que configuran por lo que tienen sus relatos o historias (Dooren, 2014).
En el caso de los animales que han tenido encuentros con la civilización europea la historia es terrible: porque el “verdugo no ha cesado de vencer” (Benjamin, 2008: 40).
Para conocer y comprender la historia de los otros vencidos, habrá que recorrer nuevamente el camino del pasado, revisar otros acontecimientos pensarlos en otras direcciones, descubrir las posibilidades que no se realizaron, y encender una esperanza para las víctimas de esta historia: animales no humanos.
Bibliografía: Benjamin Walter, 2008, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, México: Itaca. Thom van Dooren, 2014, Flight Ways. Life and Loss at the Edge of Extinction, New York, Columbia University Press.
Además, gracias a narrativas de “progreso” como estas es que hemos llevado al planeta al límite y al surgimiento de enfermedades como la Covid-19. Al infligir sufrimiento a otros seres, inevitablemente causamos el de nosotros mismos.
A seguir luchando por esos seres, para lograr q la humanidad entendamos todo el daño q hacemos.
Es lamentable que aún se sigan llevando a cabo prácticas donde los animales no humanos son lastimados injustificadamente. Afortunadamente poco a poco van disminuyendo, ojalá en un futuro no muy lejano sean mínimas.
Apenas hace unas décadas comenzó a aceptarse entre la comunidad de historiadores la llamada Historia Ambiental. Es impresionante ver cómo aún no ha entrado con fuerza la discusión sobre lo que ha ocurrido con los animales en los espacios de narrativa histórica. Por lo anterior el texto de la Dra. Nely, una vez más, nos lleva a una profunda reflexión más allá de cánones establecidos por las narrativas vigentes sobre el tema de los animales como víctimas de la racionalidad humana.
Muy acertado el artículo de la Dra Nely Lucano. El creernos poseedores de la razón ha hecho que discriminemos y anulemos todo aquello que nos es diferente como especie humana. Ahora existen varias disciplinas que nos han revelado que los animales son mucho más inteligentes de lo que se pensaba y, por otro lado, al ubicárseles como seres sintientes, es preciso respetar su derecho al la vida y al bienestar. No se les debe de tratar como objetos o como mercancía que sólo produce dinero. Me parece terrible y hasta enfermo que se vea sólo de esta manera utilitaria.