El discurso montado por algunos medios de comunicación, empresarios, partidos políticos, legisladores y gobernantes varios de la oposición en contra del llamado “plan B” para llevar a cabo modificaciones a las leyes reglamentarias electorales, está lleno de imprecisiones, manipulaciones, verdades a medias, mentiras y supuestos futuristas.
Veamos los principales puntos del “plan B” y discutamos los decires que se desprenden de ambos lados del espectro político:
El “plan B” establece la cancelación de mil 200 de las 13 mil plazas con las que cuenta actualmente el Servicio Profesional Electoral Nacional (SPEN); obliga al Instituto Nacional Electoral (INE) a eliminar unas 300 juntas distritales, en su lugar habrá oficinas con una sola persona al frente.
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El INE contará con los mismos 32 órganos locales y hasta con 300 consejos distritales que los determinará el propio instituto, aunque se reduce la estructura burocrática de las 32 juntas locales, lo que implica el recorte de 262 plazas.
La cancelación de plazas y altos salarios supondrá un ahorro de 3 mil 500 millones de pesos. No incluye la cláusula de “vida eterna” que permitía el traspaso de votos entre partidos de una misma coalición.
Se insta al INE a eliminar los fideicomisos que le permitían retener recursos públicos previstos para sus trabajadores.
Los partidos políticos podrán guardar los remanentes de recursos, ya sean públicos o privados, que no utilicen en un año para el periodo siguiente. Lo que no se etiquete en los presupuestos como propaganda no será considerada como tal, a pesar de que en la práctica se utilicen dineros públicos.
La oposición afirma que el gobierno de López Obrador está empeñado en destruir al INE para manipular y controlar las elecciones.
Lo que leemos líneas arriba nada tiene que ver con el control electoral, se trata solamente de un mejor uso de los recursos públicos. Incluso se ha especulado que desaparecerá el Programa de Resultados Electorales Preliminares, lo cual no corresponde con la propuesta.
Si revisamos puntualmente, lo primero que observamos es que las afirmaciones de la oposición no están ancladas en los lineamientos del “plan B”, por el contrario, son discursos políticos abiertamente en contra de la 4T y del presidente López Obrador.
La esencia del “plan B” es la optimización de los recursos destinados al INE para buscar reducir los altos costos que tiene nuestra democracia. Me parece que en ninguna parte de las reformas electorales podemos observar una intentona de “dictadura electoral” como se dijo el domingo pasado en el templete del Zócalo.
Sin embargo, desde la oposición, carente de una figura con la suficiente fuerza y legitimidad para encabezar su campaña presidencial en 2024, se insiste en construir un discurso que pueda colocarse en el imaginario colectivo en torno a un fraude electoral, y de esa manera poder “explicar” anticipadamente una derrota el año siguiente.
Profesor Tec de Monterrey
@contodoytriques
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