Se veía venir, los juegos de poder en el balompié nacional y los malos resultados de la selección, terminó con la efímera era del técnico del equipo nacional, el argentino Diego Cocca.
El ahora extécnico de la selección, tan sólo duró cuatro meses, siete partidos, una sola derrota, la humillación que recibió ante el archirrival Estados Unidos, en la semifinal de la Liga de Naciones de CONCACAF, donde México obtuvo el tercer lugar cuando venció 1-0 a Panamá, con una pésima actuación, en el estadio a Las Vegas, que registró una escasa entrada.
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La afición siempre fiel de los mexicoamericanos, que siempre se conformó con las migajas que les brindaba el equipo nacional, una victoria aquí, otra allá, pero siempre con estadios llenos, de aficionados mexicanos (algunos legales y otros no tanto), que toman el futbol como una fiesta, un orgullo y van a que el cuadro nacional venza a los “gringos” que tanto los “chingan” y los discriminan todos los días.
El jueves se derramó el vaso, el romance se acabó, gritos homofóbicos, Puuu…fue la respuesta a las actuaciones del cuadro nacional, cuando los bailaba Estados Unidos, quien les ganó hasta en los golpes…el colmo.
El domingo en el partido por el tercero y cuarto lugar ante Panamá, los aficionados fieles mexicoamericanos, simplemente no fueron, abandonaron sus playeras, banderas, sombreros, máscaras, que siempre colmaron los estados, donde actuaba el “Tri”.
Sin fondo
Se pensaba que con la pésima actuación de México en el mundial de Qatar, se había tocado fondo, pero parece que no, el hoyo es un abismo, donde no se vislumbra fondo y se oye mucho eco.
Los nuevos directivos de la Federación Mexicana de Fútbol, que por cierto no nombraron a Diego Cocca como técnico nacional, tomaron medidas extremas y corrieron al argentino y nombraron interinamente a Jaime Lozano, técnico de la histórica medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Londres, pero que en el fútbol mexicano no le ha ido muy bien.
En México, el mundo es al revés, los anteriores directivos, al más fiel estilo político, sin distinción de partido, madrugaron al nombrar a Diego Cocca (técnico a modo) para que se hiciera cargo del ciclo mundialista, hasta 2026, donde México será sede junto con Estados Unidos y Canadá. La jugada no duró mucho, no hay fidelidad de los poderes pasados.
De nuevo juegos de poder, intereses personales, comerciales afectan al futbol mexicanos, ya lo había dicho…”están matando a la gallina de los huevos de oro”.
La selección nacional genera muuuchos millones de dólares, que sirven para que directivos se den todos sus lujos (no lo necesitan) y de paso ayudar otros proyectos como los equipos juveniles y el femenil.
El problema es más profundo que un solo hombre (Diego Cocca), tienen que admitir que se vive un problema serio e intentar solucionarlo, pero de raíz, de fondo.
La cantaleta de cada cuatro años, de las medidas que se van a tomar para mejorar el nivel: maquillaje mercadológico. Los mexicoamericanos ya no son tan ignorantes…A trabajar.