Con una pluma ligera, con tinta que rompe fronteras, el autor nos hace vivir en el núcleo de los dos tabúes que envuelven a la humanidad, el de la sexualidad y la vida.
Una narrativa distópica, que puede suceder en cualquier ciudad, en cualquier país, que por momentos puede ser usted, su amigo, o su vecino. El autor hace que nos cuestionemos; ¿Cuándo el dolor está presente en la vida cómo continuar con la búsqueda del placer?
Hedonismo que hay que satisfacer con los deseos y la reflexión, el pensamiento profundo, los sueños que en ocasiones la sociedad puede ser el sepulcro de ellos, el arma de doble filo, la moral de una ciudad, que también nos puede salvar de la angustia y la conciencia manipulada por los medios de comunicación que puede hundir por no tener lo que queremos, de ser lo que soñamos, o lo que nuestra familia nuclear quería para nosotros; voltear a ver alrededor y parece que somos todos los que estamos, convivimos a menudo en crisis; identidades diluidas detrás de la barra o de una bebida.
Vivimos en utopías de sociedades que nos dicen que es el éxito, pero nunca nos explican el vacío que hay en la humanidad; la búsqueda de metas políticamente correctas, una carrera, una familia, hijos, y ser feliz sin discrepar, hasta que el libre albedrío aparece, esa llama de vida, entonces por momentos la filosofía, la poesía y la música nos consuela, es cuando el protagonista de “Diario de cañerías”, viviendo el momento satisface los deseos que hay que darle al cuerpo, impulsos que lo dominan, momentos que no basta con llenarlo con conceptos, que le resultan impotentes ante la fuerza de la sensación, esa sensación de placer en todas sus definiciones.
A través de un bordado de emociones, sueños y tabúes, el autor Arturo Accio nos entrega una obra que tiene todo para ser un clásico moderno; en el cual logra de gran manera cuestionar una sociedad que guarda silencio, no para escucharte, solo para esperar su turno de hablar. Generaciones que dan más valor a los bienes materiales que dan placeres momentáneos y superfluos, con un pasado que los ata, un presente ninguneado culpando al pasado y a cada minuto el porvenir es asesinado.
Diarios de cañerías 4, es la obra que tiene olor, sabor, textura, que tiene una prosa fluida, que se puede disfrutar en el transporte público, en el viaje a carretera, sentado en la sala o en una banca de tu ciudad, acompañado de una bebida de cebada, un destilado de agave, un café o simple agua purificada, y dejará siempre esa sensación de satisfacción, y querer seguir conociendo el trabajo espléndido de Arturo Accio.