Esta semana, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos reanudaron las negociaciones sobre el tema migratorio.
Fue el primer encuentro bilateral de alto nivel (sin importar la temática) desde que Joe Biden llegó a la Casa Blanca, y desde que Donald Trump echara por tierra todo lo construido en la administración Obama para normalizar las relaciones diplomáticas entre ambos países.
El contexto donde se llevaron a cabo las pláticas cubano-estadunidenses es el de un incremento en el flujo migratorio desde la isla con rumbo al vecino del norte.
Las dos naciones se mostraron dispuestas a establecer condiciones que permitan la migración “segura y ordenada”.
Pero La Habana y Washington mostraron posturas encontradas que obligan a ceder en ambas direcciones si en realidad quieren atender la urgencia sin adjetivos que experimentan las personas migrantes cubanas.
Según las cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, se registraron 79 mil 800 detenciones de cubanos entre octubre de 2021 y marzo de este año.
Esto es más del doble que en todo el año pasado y cinco veces más que en 2020, y han logrado entrar 47,331 personas migrantes.
En lo que respecta a febrero y marzo de este año, el número de cubanos que han intentado entrar a la Unión Americana se ha duplicado para contabilizar 32 mil 500 eventos.
Por su parte, la Guardia Costera de Estados Unidos ha interceptado mil 257 cubanos de octubre pasado a la fecha.
Aunque en el discurso, la administración Biden intenta detener la migración cubana, en la práctica sus acciones continúan incentivando la diáspora desde el país caribeño.
Para ello, se activó de nueva cuenta la Ley de Ajuste Cubano de 1966, que privilegia a los ciudadanos de la isla con la residencia estadunidense un año después de llegar a territorio norteamericano.
Esta política conocida como “pies secos, pies mojados” se había suspendido el último año de Barack Obama.
Sin embargo, la última resolución sobre esa disposición establece que los cubanos que entraron entre el 12 de enero de 2017 y el 17 de noviembre de 2021 podrán beneficiarse de la residencia estadunidense.
Aunque queda acotado el beneficio a un tiempo determinado, los isleños no descartan la posibilidad que al arribar a Estados Unidos puedan recibir ese beneficio, esa es una de las razones por las que se ha incrementado la migración.
Desde luego, el otro gran motivo para querer salir de Cuba son las difíciles condiciones económicas por las que pasa el país caribeño a consecuencia del bloqueo económico estadunidense.
Además, Washington no ha cumplido su compromiso firmado en 2017 que garantiza la emisión en La Habana de 20 mil visas anuales.
A consecuencia de eso, en los últimos años los cubanos que buscan la visa estadunidense deben viajar a Colombia, Guyana o Nicaragua para solicitar el documento.
Sea como sea, es evidente que los dos gobiernos deben ceder frente al fenómeno migratorio si en realidad tienen el interés de humanizarlo.
De lo contrario, esta y las próximas reuniones lo único que ofrecerán serán falsas expectativas para que las personas migrantes cubanas encuentren un mejor lugar para vivir.