Una característica permanente de la izquierda partidista en México han sido sus disputas intestinas. Sin importar los motivos, ni el poder de los contrincantes, ni mucho menos el botín que esté en disputa, los partidos políticos de izquierda y los gobiernos que de ellos han emanado se han enfrascado en históricos enfrentamientos que poco beneficio le han traído a ese espectro político de la vida nacional, y menos a la sociedad en su conjunto.
Es cierto, que sus disputas se han presentado mayormente en el terreno partidista y no al interior de los gobiernos que han encabezado, sin embargo, en esta ocasión las disputas no solo se dan fuera del partido Morena, sino en el círculo más cercano del presidente, Andrés Manuel López Obrador.
La trama pinta para convertirse en un culebrón que podría costarle caro en términos electorales, pero sobre todo en cuanto a la imagen de no corrupción en el gobierno lopezobradorista lanzada mañana tras mañana desde Palacio Nacional.
Esta semana, quien fuera el consejero jurídico de la presidencia de la República, Julio Scherer Ibarra hizo pública una carta donde deja en claro la persecución política de la que ha sido objeto por parte del fiscal general, Alejandro Gertz Manero y de la exsecretaria de Gobernación, la senadora Olga Sánchez Cordero.
En la misiva publicada en la revista Proceso, el exconsejero jurídico da cuenta del entramado que se levantó en su contra desde Bucareli y la FGR para perseguirlo mediante un modus operandi “extorsivo”.
Desde el inicio de la 4T, los enfrentamientos y las diferencias entre Sánchez Cordero y Scherer Ibarra fueron constantes. Ambos personajes, en diferentes momentos, lo han negado. En lo que respecta a Gertz Manero, Julio Scherer ha dicho que “hace uso de la fiscalía como si fuera su despacho privado y tiene a Juan Ramos López, su subprocurador, como abogado de cabecera para privilegiar el avance de sus asuntos personales por encima de las cuestiones emblemáticas del gobierno, como el combate a la corrupción y la persecución a la delincuencia organizada, donde no alcanzan a verse los resultados concretos que le fueron encomendados”.
Además de señalar los “reproches” del fiscal hacia su persona por haberse negado a impedir que su cuñada Laura Morán y la hija de ésta, Alejandra Cuevas Morán, obtuvieran un amparo por la acusación del homicidio de su hermano Federico Gertz Manero, de lo que el fiscal las acusa. De hecho, todo parece indicar (el lunes será votado) que la Suprema Corte de Justicia de la Nación amparar a Laura Morán y Alejandra Cuevas, para que obtengan su inmediata libertad.
Seguramente este tinglado fue el escenario donde se dio la renuncia de Scherer Ibarra el pasado 31 de agosto. En el triángulo del poder Sánchez-Gertz-Scherer, los dos primeros salieron vencedores en la primera caída. Menciono la primera caída, porque en esta segunda parece que Scherer va ganando la partida, con la develación de las pugnas, el rejuego de intereses y las acusaciones de corrupción, aunque faltaría el tercer episodio.
El encontronazo en las altas esferas del gobierno de la 4T, amenaza con desbordar aún más las pasiones. Esa es quizá la razón por la cual el jefe de Palacio Nacional ha preferido mantenerse al margen, al menos públicamente, de la más grande lucha intestina en su gobierno hasta el día de hoy.
Veremos quién gana la tercera caída y cuál es el costo para la 4T de la función luchística que hoy nos brindan Sánchez-Gertz-Scherer.